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Desastres climáticos en EE.UU. superan los 100 mil millones de dólares en reparaciones en medio año

Incendios en Los Ángeles, tornados e inundaciones: el cambio climático no da tregua y las facturas se disparan

Por Patrick D'appollonio
Publicado el 16 de octubre del 2025
6 minutos de lectura • 1.034 palabras

Los primeros seis meses de 2025 han marcado un hito preocupante en Estados Unidos, donde los eventos climáticos extremos han generado daños económicos que superan los 100 mil millones de dólares, ajustados por inflación, rompiendo todos los récords anteriores. Según estimaciones de compañías aseguradoras como Munich Re, AON y Gallagher Re, el costo total oscila entre 93 y 126 mil millones de dólares, duplicando el récord previo de 57 mil millones establecido en 2023. Este impacto se debe en parte a una serie de desastres excepcionales, como los incendios forestales en Los Ángeles, que arrasaron propiedades de alto valor en áreas urbanas densamente pobladas. Expertos como Paul Ullrich, profesor de modelado climático en la Universidad de California, Davis, destacan que el número de desastres naturales durante el invierno fue inusual, contribuyendo a esta escalada. Aunque las muertes no han aumentado drásticamente gracias a sistemas de alerta temprana, el patrón sugiere que el cambio climático está intensificando estos fenómenos, y sin acciones decisivas, las consecuencias podrían ser aún peores para comunidades vulnerables.

Un vehículo totalmente quemado en un Estacionamiento en Los Ángeles, California, en los incendios de principio de año
A principios de año, un fuerte incendio azotó áreas de la ciudade de Los Ángeles, California, quemando casi 10 mil hectáreas, y empoderado por los fuertes vientos producto del cambio climático.

Los incendios en Los Ángeles, particularmente en Pacific Palisades y Eaton Canyon, han sido los más costosos de la historia estadounidense y mundial, con daños estimados entre 53 y 65 mil millones de dólares solo por pérdidas directas en propiedades. Estos fuegos se propagaron rápidamente gracias a los fuertes vientos Santa Ana (que son ráfagas secas y calientes típicas de la región, similares a un fenómeno de desierto que acelera las llamas) combinados con vegetación seca acumulada de años húmedos previos y condiciones extremadamente áridas. Economistas climáticos como Zhiyun Li de la UCLA señalan que afectaron principalmente hogares unifamiliares de alto valor, elevando el impacto financiero. En comparación, la temporada de incendios de California en 2018, la más cara hasta entonces, costó 30 mil millones de dólares ajustados. Daniel Swain, científico climático de UCLA, describe esto como un “golpe triple”: viento, sequía y combustible acumulado, lo que resalta cómo el cambio climático agrava estas transiciones bruscas entre húmedo y seco. Para los lectores en Sudamérica, es un recordatorio de cómo eventos similares, como los incendios en la Amazonía, podrían escalar si no se gestiona el bosque adecuadamente.

Además de los incendios, una ola de tornados y inundaciones ha elevado el conteo de desastres. En marzo y mayo, dos eventos de tornados causaron al menos 8 mil millones de dólares cada uno en pérdidas aseguradas, según AON, afectando regiones del medio oeste y sur. Las inundaciones, por su parte, han sido recurrentes, con pronósticos que advierten de crecidas rápidas en áreas centrales de EE.UU., donde un solo evento puede desbordar ríos como el Guadalupe en Texas, que en julio subió más de 8 metros en horas tras lluvias intensas de 30 centímetros. Estas tormentas se vuelven más destructivas porque el calentamiento global retiene más humedad en la atmósfera, produciendo precipitaciones más abundantes. Stephen Strader, profesor de geografía en Villanova University, explica que, aunque el número de tornados no ha aumentado, su impacto sí lo ha hecho debido a la expansión urbana en zonas propensas. Esto ilustra un patrón global: en países como Chile, donde las inundaciones en el sur han aumentado, entender estos mecanismos ayuda a prepararnos mejor.

Chattanooga, Tennessee EF3 Tornado
En el 2020, un Tornado categoría EF3 arrasó con varias casas en Chattanooga, Tennessee, y la devastación fue evidente, como muestra esta fotografía

El cambio climático juega un rol central en esta tendencia ascendente, haciendo que las tormentas se intensifiquen más rápido y generen mayores marejadas ciclónicas en costas. Kristina Dahl de Climate Central advierte que, mientras el planeta se calienta, los eventos extremos serán más severos y frecuentes, exacerbados por la construcción en áreas de riesgo como las costas de Florida o comunidades californianas cerca de bosques inflamables. Investigaciones del IPCC confirman que fenómenos como las olas de calor regional y las inundaciones costeras aumentarán, proyectando un incremento de hasta 147% en pérdidas por inundaciones en Luisiana para 2050. Los incendios también se ven impulsados por “clima de fuego” más común: condiciones calurosas, secas y ventosas. En el oeste americano, la evidencia abunda de que estos patrones se han vuelto más probables, afectando no solo economías sino ecosistemas enteros. Para audiencias latinas, esto resuena con los desafíos en la Patagonia chilena, donde el derretimiento de glaciares amplifica riesgos similares.

Otro factor agravante es el “efecto diana en expansión” (expanding bull’s-eye effect), donde el crecimiento urbano coloca más hogares e infraestructura en caminos de desastres. Desde 1980, la población urbana en EE.UU. ha crecido de 167 a 249 millones, y el área urbana se ha triplicado, aumentando la exposición a tornados, huracanes e incendios. Reemplazar espacios abiertos por pavimento empeora las inundaciones al impedir la absorción de agua, como señala Swain. En el pasado, fuegos controlados mantenían los bosques del oeste americano limpios, pero la supresión ha creado un exceso de combustible. Strader enfatiza que esto crea un “monstruo de dos cabezas”: clima cambiante más población creciente. Gobiernos podrían mitigar con planificación, pero recortes presupuestarios a agencias como NOAA y FEMA (que manejan pronósticos y respuestas de emergencia) amenazan con elevar pérdidas futuras, como advierte Swain, calificándolo de “herida autoinfligida”.

Si la temporada de huracanes en el Atlántico se activa (que dura hasta noviembre y se predice por encima del promedio), 2025 podría ser el año más costoso en historia para desastres climáticos en EE.UU., potencialmente alcanzando 220 mil millones de dólares. Desde 1980, los ciclones tropicales han causado más de 1.5 billones de dólares en daños y miles de muertes, superando todos los otros eventos. Estas tormentas a menudo azotan costas desarrolladas, como explica Strader, donde la belleza oceánica atrae construcciones hasta que llegan las marejadas. Aunque alertas salvan vidas, eventos como olas de calor (que convierten ciudades en “hornos de concreto”) o inundaciones inescapables podrían elevar fatalidades, especialmente entre grupos vulnerables. Datos de NOAA muestran un salto de 3 eventos billonarios en 1980 a 115 en los 2020s hasta ahora. Esto subraya la urgencia de invertir en resiliencia, no en recortes, para evitar que lo inevitable se vuelva catastrófico.

Fuente | Live Science

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